Apareció de paso allá por 1978 en su tradicional coche de los años 20 y se apeó a tomar un vino y prendado del ambiente decidió quedarse en el barrio.
Durante varios años fue animador de las noches del billar y con gran sentido del humor soportó las bromas y los dibujos del Vate Fantasma en El Humor de las Villas.
Su amistad no la olvido y conservo un recuerdo de su generosidad, ya que tuvo la gentileza de obsequiarme un extractor de aire para el salón de juego.
Recitaba y ejecutaba polcas en su acordeón, fue protagonista de un accidente en la ruta 131, así llamada en 1979 cuando dos vacas sin luces se pusieron en su camino, afortunadamente funcionaron los frenos del vehículo y pudo evitar la catástrofe.
En otra ocasión tratando de arreglar un techo cuyas chapas dejaban pasar algunas gotas de lluvia se vino a pique y reventó el pie izquierdo, pero igual llegaba diciendo “vengo rengo, pero vengo”.
Habría muchas anécdotas más para contar, pero estas lo pintan de cuerpo entero.
Gracias don Ramón por aquella amistad.
Humor y memoria
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