miércoles, 21 de abril de 2021

1988-La lucha hoy es más dura por el Licenciado Pocho

 

La lucha hoy es más dura

Licenciado Pocho en el Humor de las Villas Nº 61 de noviembre de 1988.

Lo veo a través de la empañada ventana de mi dormitorio, pero igual lo veo. Hasta diría que lo presiento en su rutinaria y agobiadora labor cotidiana, en ese ir y venir interminable sobre el suelo fecundo que espera la semilla, que hará también una vez más posible el eterno milagro de una vida nueva.

Eterna lucha del hombre contra los elementos, tremenda y patética epopeya cotidiana, hecha de sudor y perseverancia.

El hermano labriego trabaja, y en su trabajo anónimo hay como una especie de canto laborioso y fraterno aliento. Me encuentro inerme por lo limitado y por no poder hacerle saber que no está solo. Entra mi mujer: trae en sus manos una taza llena de humeante leche, rompo el curso de mis pensamientos con una simple frase costumbrista; ¿le echaste el quacker como te pedí?

Sí, me responde y tómala antes de que se enfríe, yo ya me voy porque se hace tarde para el trabajo. Quedo solo, irremediablemente solo, el continuo tic-tac del reloj y el lejano grito del labriego azuzando a su caballo es mi única compañía.

Hermano labriego, hermano campesino: ¿qué fatal designio te lleva una y otra vez por el interminable surco? ¿qué te espera al final del camino?  ¿no te has dado cuenta que la historia se repite como en el principio de los tiempos? ¿no reparas acaso en que nadie ni nada se ocupará de ti para elevarte en tu dignidad de ser humano?

¿no has vislumbrado siquiera, que un pedazo de ti va quedando en Cada paso de la cansada bestia que tira del arado? ¿te resignas acaso? ¿bajas la cabeza y arremetes contra la adversidad sin siquiera pensar?

Pero yo, tu hermano de sangre, yo un simple ser humano no lo permitiré; ¡Me niego! Lo escuchas, una y mil veces gritaré con todas mis fuerzas para redimir tu triste destino de anónimo sostén de nuestro suelo.

Lo haré un millón de veces si fuera necesario, impulsado por ese fuego sagrado que consume a quien lo anida.

Y escúchame bien amado hermano campesino, mi lucha es a pesar de ti, nadie ni nada hará que yo claudique. Estoy junto a ti desde el principio de tu triste historia, nada más que esta vez todo será distinto……hace frío … la taza descansa en la mesa de luz, ya me siento menos sólo, tengo un objetivo y un ideal que me anima.

Me arrebujo entre las tibias sábanas de mi solitario lecho, subo las mantas para que el sol no llegue a mis iluminados ojos. Una nueva jornada de resistencia pasiva comienza para mí.

Cierro lo ojos, el grito lejano del labriego azuzando su caballo me arrulla.

 

La lucha hoy es más dura

Licenciado Pocho en el Humor de las Villas Nº 61 de noviembre de 1988.

Lo veo a través de la empañada ventana de mi dormitorio, pero igual lo veo. Hasta diría que lo presiento en su rutinaria y agobiadora labor cotidiana, en ese ir y venir interminable sobre el suelo fecundo que espera la semilla, que hará también una vez más posible el eterno milagro de una vida nueva.

Eterna lucha del hombre contra los elementos, tremenda y patética epopeya cotidiana, hecha de sudor y perseverancia.

El hermano labriego trabaja, y en su trabajo anónimo hay como una especie de canto laborioso y fraterno aliento. Me encuentro inerme por lo limitado y por no poder hacerle saber que no está solo. Entra mi mujer: trae en sus manos una taza llena de humeante leche, rompo el curso de mis pensamientos con una simple frase costumbrista; ¿le echaste el quacker como te pedí?

Sí, me responde y tómala antes de que se enfríe, yo ya me voy porque se hace tarde para el trabajo. Quedo solo, irremediablemente solo, el continuo tic-tac del reloj y el lejano grito del labriego azuzando a su caballo es mi única compañía.

Hermano labriego, hermano campesino: ¿qué fatal designio te lleva una y otra vez por el interminable surco? ¿qué te espera al final del camino?  ¿no te has dado cuenta que la historia se repite como en el principio de los tiempos? ¿no reparas acaso en que nadie ni nada se ocupará de ti para elevarte en tu dignidad de ser humano?

¿no has vislumbrado siquiera, que un pedazo de ti va quedando en Cada paso de la cansada bestia que tira del arado? ¿te resignas acaso? ¿bajas la cabeza y arremetes contra la adversidad sin siquiera pensar?

Pero yo, tu hermano de sangre, yo un simple ser humano no lo permitiré; ¡Me niego! Lo escuchas, una y mil veces gritaré con todas mis fuerzas para redimir tu triste destino de anónimo sostén de nuestro suelo.

Lo haré un millón de veces si fuera necesario, impulsado por ese fuego sagrado que consume a quien lo anida.

Y escúchame bien amado hermano campesino, mi lucha es a pesar de ti, nadie ni nada hará que yo claudique. Estoy junto a ti desde el principio de tu triste historia, nada más que esta vez todo será distinto……hace frío … la taza descansa en la mesa de luz, ya me siento menos sólo, tengo un objetivo y un ideal que me anima.

Me arrebujo entre las tibias sábanas de mi solitario lecho, subo las mantas para que el sol no llegue a mis iluminados ojos. Una nueva jornada de resistencia pasiva comienza para mí.

Cierro lo ojos, el grito lejano del labriego azuzando su caballo me arrulla.


Humor y memoria

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