En lo
primeros años de grandes y arriesgados raids aéreos, el argentino Bernardo
Duggan, compró un hidroavión monomotor –que bautizó “Buenos Aires”, decidiendo
unir Nueva York con la Capital argentina.
El raid se
efectuó con todos los percances lógicos en aquellos tiempos en que se carecía
de instrumentos perfectos.
Uno de los más
serios y que trajo preocupación y angustia fue la desaparición del mismísimo
hidroavión.
¿Qué había
sucedido?
En aquel
entonces los aviones carecían del radio de acción que tienen hoy y el combustible
se había terminado.
El hidro,
cual pájaro averiado, se había posado en el agua a la espera que la fortuna
protectora de los arriesgados lo ayudara.
Después de
varios días una lancha de pescadores brasileños, la “Juruna” encontró a los
perdidos, con vida y sanos, ayudándolos con el combustible necesario para
llegar a un puerto cercano.
Abastecidos
continuaron su viaje a Buenos Aires siendo recibidos por el clamor de miles de
personas reunidas en las cercanías del Yacht Club Argentino, meta final de la
aventura.
Secundaron
a Duggan, el famoso aviador Eduardo Olivero y el mecánico Ernesto Campanelli.
Era el 13
de agosto de 1926
Revista El
Gráfico Nº 2071 de 1959
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